La Unión Europea ha intensificado sus esfuerzos para abordar los crecientes desafíos de ciberseguridad que enfrentan sectores vitales como el transporte, la energía, la sanidad y las finanzas. Con la digitalización creciente, especialmente destacada durante la crisis de la COVID-19, estos sectores son cada vez más vulnerables a ciberamenazas y ciberdelincuencia, que se han vuelto más sofisticadas en toda Europa.
Se estima que para 2025 habrá 41.000 millones de dispositivos conectados a la internet de las cosas, aumentando aún más la exposición a ciberataques. En respuesta, la UE busca establecer un ciberespacio seguro y abierto, generando mayor confianza en las herramientas y servicios digitales entre los ciudadanos.
En octubre de 2020, los líderes de la UE ya dijeron que era necesario mejorar la capacidad para protegerse contra ciberamenazas, proporcionar un entorno de comunicación seguro mediante encriptación cuántica y garantizar el acceso a datos para fines judiciales y policiales.